Athens Meeting 8-10 October 2004, Contribution of CP of
Chile [Sp.]
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From: SolidNet, Thursday, 07 October 2004
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Ponencia del Partido Comunista de Chile
El XXII Congreso Nacional de nuestro Partido, plante� que:
"la humanidad se encuentra en una encrucijada. El
capitalismo en su fase actual de dominaci�n, se desnuda
como un r�gimen a�n m�s injusto, depredador, agresivo y
provocador".
En el transcurso de los casi dos a�os que van desde
entonces, esta tesis, se ha visto confirmada con creces.
El imperialismo se arroga el derecho a intervenir en
cualquier lugar del mundo, aplastando la soberan�a nacional
de los Estados y desechando todo lo alcanzado por la
humanidad, despu�s de las horrorosas guerras mundiales que
dejaron como v�ctimas a millones de seres humanos en
holocaustos y que los pueblos juraron que no se volver�an a
repetir, para lo cual crearon principios y una
institucionalidad mundial, cuya expresi�n principal es la
Organizaci�n de las Naciones Unidas, que obliga a todos los
pa�ses. Esa institucionalidad ha sido rota por los EE.UU. y
sus aliados con su pol�tica de fuerza.
Pisoteando este derecho internacional, la nueva estrategia
establece que: "no vacilaremos en actuar solos, si es
necesario, para ejercer nuestro derecho de la autodefensa,
actuando preventivamente contra los terroristas". Es lo
que ha hecho en Afganist�n, lo que hizo antes en los
Balcanes, lo que est� haciendo en Irak y Palestina.
En el caso de Am�rica Latina la base de la pol�tica de Bush
es el documento de "Santa Fe IV", redactado el a�o 2000 por
un grupo de operadores de corte fascista que vienen
operando desde los tiempos de Reagan. Esas ideas se han
traducido en "La estrategia de seguridad nacional de
Estados Unidos de Am�rica" y otros documentos que
materializan la doctrina de guerra preventiva contra los
que llama Estados hostiles y que califica como grupos
terroristas. Con esta pol�tica amenaza con atacar a Cuba,
ha puesto en marcha el llamado Plan Colombia, dirigido a
aplastar militarmente la resistencia del pueblo colombiano,
ha intentado desestabilizar al Gobierno del Presidente Hugo
Ch�vez que desarrolla en su pa�s, junto a su pueblo, la
Revoluci�n Democr�tica Bolivariana, ha materializado la
intromisi�n de fuerzas militares en Hait�, que una vez m�s
impiden el desarrollo democr�tico de ese pueblo y ha
intensificado la instalaci�n de bases militares en nuestro
continente y paralelamente busca la neocolonizaci�n del
continente tratando de imponer el ALCA.
Am�rica Latina sigue siendo tratada como el patio trasero
del imperialismo, las decisiones se adoptan o se
condicionan desde las instituciones financieras
internacionales controladas por el poder imperial,
subordinando a los gobernantes de turnos y a los grupos
olig�rquicos internos.
Tras los periodos de dictaduras terroristas y genocidas
vividas en la mayor parte de nuestros pa�ses, las
conquistas democr�ticas no han sido recuperadas y las
llamadas transiciones negociadas se han hecho a espaldas de
los pueblos. Las econom�as de nuestros pa�ses y la
institucionalidad han sido sometidas a procesos de
demolici�n del papel del Estado, con el objetivo central de
liquidar la participaci�n popular, bloquear el desarrollo
de las fuerzas alternativas y dejar como �nico espacio de
la pol�tica la alternancia del ejercicio del poder entre
las fuerzas del sistema neoliberal.
Los parlamentos pierden legitimidad, la gente participa
cada vez menos en los procesos electorales y se recurre,
m�s que ante, a la represi�n directa, al ahogamiento de las
libertades, al racismo y la xenofobia. El terrorismo de
Estado bajo nuevas formas, sigue siendo recurso de la
dominaci�n y permite que el neoliberalismo se haya
instalado como forma de explotaci�n.
Los pueblos de Am�rica Latina luchan en forma sostenida y
con intensidad creciente contra esta realidad. Permanece
con fuerza la solidaridad con la Revoluci�n Cubana que
mantiene inc�lume su valor pol�tico y humano de atracci�n
para los pueblos en su lucha por una sociedad distinta,
independiente, solidaria y socialista. La resistencia a la
globalizaci�n neoliberal ha dado lugar a levantamientos
populares en Argentina, Ecuador y Bolivia, en los que las
masas urbanas y rurales empobrecidas y los pueblos
ind�genas, se han tomado carreteras, pueblos, barrios, han
sitiado capitales y derribado gobiernos. A ello se a�aden
las posibilidades de avance electoral de la izquierda en
Uruguay con el posible triunfo del Frente Amplio de Uruguay
en las elecciones que se realizaran este fin de mes as�
como previsibles avances en Ecuador, Nicaragua y otros
pa�ses.
La posibilidad de conquistar victorias para las fuerzas
populares depende, hoy m�s que antes, de su capacidad de
insertar sus luchas nacionales en el movimiento mundial
anti- globalizaci�n neoliberal.
Las fuerzas progresistas y revolucionarias podemos y
debemos avanzar en una plataforma para la solidaridad m�s
activa, para la integraci�n y movilizaci�n coordinada en
Am�rica Latina y el Caribe. Tenemos la obligaci�n de unir y
enlazar nuestras luchas para desatar un combate m�s
decidido y concertado que golpee las pol�ticas
neoliberales, militaristas y anexionistas.
Las fuerzas que en los distintos pa�ses han levantado la
lucha contra la globalizaci�n capitalista han hecho de ella
un movimiento mundial y plural, han levantado un espacio de
encuentro en torno al Foro Social Mundial. Los seminarios,
mesas redondas, conferencias, conciertos, marchas contra el
Alca y la globalizaci�n capitalista han congregado a
cientos de miles de participantes en todas partes del mundo
en donde se ha concitado el repudio a las pol�ticas
imperialistas del F.M.I. del Banco Mundial o de la
Organizaci�n Mundial de Comercio.
La consigna "Otro Mundo es Posible" se abre paso en el
escenario internacional, entre amplios sectores que
expresan su convicci�n de la necesidad de un modelo
alternativo al actual.
Es nuestro deber buscar las formas en que en este
movimiento plural se abra paso a la convergencia social y
pol�tica adoptando nosotros mismos iniciativas que permitan
convencer a las masas que en dicho movimiento la amplitud
se logra dando espacio a todas las corrientes que se sumen
al objetivo central de rechazar la globalizaci�n
capitalista.
Sin pretender generalizar exponemos la experiencia de
nuestras luchas en Chile.
La embestida ideol�gica y pol�tica desplegada por la fuerza
del capital luego del derrumbe del socialismo europeo
debilit� temporalmente los proyectos alternativos al
capitalismo y aument� el des�nimo y la desesperanza. Se
produjo el vuelco de no pocos partidos que ten�an un
pensamiento revolucionario que se integraron a la
institucionalidad vigente con la pretensi�n de
"humanizarla" y la promesa de "cambiarla por dentro". Lo
que ocurri� en los hechos es que tales partidos fueron
absorbidos por la institucionalidad que construy� el
neoliberalismo en dictadura y que permaneci� y permanece en
sus aspectos esenciales y se limitan a competir en los
marcos electorales, comunicacionales y de todo orden que
caracteriza a las llamadas "democracias representativas".
Terminan asumiendo la administraci�n del modelo neoliberal
desde una postura de menguada centro izquierda.
El Partido Comunista se vio circunstancialmente sacudido y
traspasado por ideas que reniegan del car�cter del partido,
saliendo a la luz ambiciones personales y propuestas de
acomodo al sistema, rompiendo la disciplina y atacando el
simbolismo de a�os de lucha en defensa de los intereses de
los trabajadores, los excluidos y de las amplias masas.
El partido sorte� su destrucci�n por el hecho que la
mayor�a de sus militantes y dirigentes resisti� la
embestida. La historia de luchas que hicieron posible el
Gobierno Popular y las experiencias de combate contra la
dictadura que hab�an creado lazos dif�ciles de destruir,
permitieron sostener un partido que demostr� que puede
adecuarse a nuevas condiciones, incluso las m�s dif�ciles,
sin renunciar a sus principios.
De temprano el partido connota como su enemigo principal al
sistema neoliberal, aunque todav�a no llega a vislumbrar en
toda su magnitud los cambios que se produjeron en el mundo
con la globalizaci�n capitalista.
Esta falta de comprensi�n del nuevo fen�meno global, que se
encontraba en acelerado desarrollo, retrasa una toma de
posici�n mucho m�s decidida y de concepci�n m�s amplia de
la lucha contra el neoliberalismo. Una insuficiente
apreciaci�n de la degradaci�n de los contenidos
democr�ticos en la institucionalidad que impone el sistema
lo llev� a desgastarse en procesos electorales con sistemas
no proporcionales ligados al traslado de las decisiones
desde los �rganos electos por el pueblo a poderes f�cticos
nacionales y supranacionales ajenos a toda intervenci�n
democr�tica, a m�ltiples formas de corrupci�n que
caracterizan su actividad y que han provocado un profundo
desprestigio de los partidos pol�ticos. Los partidos dejan
de ser las asociaciones ideol�gicas que expresan intereses
sociales para someterse a la mera disputa por la
administraci�n de un poder que a fin de cuentas les es muy
ajeno pero que brinda de todos modos granjer�as. Este
comportamiento erosiona el prestigio de la pol�tica en
general y tal desprestigio afecta tambi�n a los partidos
antisist�micos, como el nuestro. Tal fen�meno se muestra en
las cifras de inscripci�n electoral de los j�venes: un 80%
de los j�venes menores de 25 a�os simplemente no se
inscribe y no participan en las elecciones.
El da�o del per�odo de reflujo afecto tambi�n a los
movimientos sociales. El movimiento sindical fue en gran
parte cooptado por las pol�ticas de los gobiernos
concertacionistas bajo el pretexto de que se deb�a
apoyarlos ante la posibilidad de una vuelta de la derecha
al gobierno. Pasaron muchos a�os antes de lograr devolver
el car�cter de clase al movimiento sindical y una propuesta
antineoliberal y contraria al TLC. y el ALCA. Ahora el
gobierno, la derecha y los empresarios pretenden dividir la
CUT. Las organizaciones poblacionales que jugaron un gran
papel en la lucha contra la dictadura, se
institucionalizaron y de la lucha pasaron a la realizaci�n
de proyectos financiados por las municipalidades y el
gobierno y en buena medida se institucionalizaron como
ONGs. Fen�menos semejantes se dieron en otros campos.
Sin embargo, la rebeld�a ante el sistema aflor� con la
emergencia de nuevos movimientos sociales. El
neoliberalismo ha agravado las condiciones de vida de las
masas, llevando a algunos pa�ses al desastre econ�mico, a
la crisis total. Ha generado condiciones objetivas para la
organizaci�n y hasta el levantamiento de masas de la que
emergen movimientos sociales y l�deres de diverso signo que
asumen objetivos sociales y pol�ticos antisist�micos.
Los movimientos sociales actuales que est�n, en general,
orientados hacia el cambio de algunas esferas de la
sociedad, tienen una diversidad y pluralidad mayores que en
el pasado y, a diferencia del per�odo anterior al cambio de
la correlaci�n de fuerzas a nivel mundial, se definen, en
muchos casos, con criterios de identidad no clasistas.
Sin embargo, tales movimientos son expresi�n de la lucha de
clases, que adopta hoy esas formas. Se trata de
agrupaciones que reivindican poner t�rmino a una
contradicci�n espec�fica sin asumirse necesariamente como
portadores del cambio social global pero que siempre
combinan, en mayor o menor medida, sus exigencias concretas
con cierto grado de globalidad. Debemos apreciarlos como un
componente natural e imprescindible de la lucha
revolucionaria, con los cuales es necesario y posible
construir identidad y sujetos antisist�micos empujando la
maduraci�n de las condiciones subjetivas.
Esto plantea la urgencia de reforzar la capacidad de los
partidos comunistas para contribuir a la organizaci�n, a la
unidad, a la conducci�n y desarrollo de propuestas
alternativas del movimiento social y avanzar as� en la
creaci�n del nuevo sujeto por los cambios de car�cter
pol�tico social.
En Chile y en el mundo se ha trasmitido la idea de un
supuesto antagonismo entre movimientos sociales y partidos
pol�ticos.
Si miramos nuestra historia constataremos que el proceso
revolucionario encabezado por Salvador Allende nunca
hubiera sido posibles sin el desarrollo previo de un
poderoso movimiento popular concebido como movimiento
pol�tico y social. La constituci�n de la Unidad Popular y
su victoria solo fueron posibles por el desarrollo de
movimientos sociales que confluyeron en una gran demanda
democr�tica general: en primer lugar, el movimiento
sindical, unitario y poderoso, con fuerte conciencia de
clase, un movimiento campesino organiz�ndose r�pidamente y
pasando a ser un actor pol�tico en la medida que hizo suya
la demanda de reforma agraria; el movimiento estudiantil y
su lucha por la reforma universitaria al lado de la lucha
de un movimiento estudiantil secundario reivindicando
universidad para todos; un movimiento poblacional con una
historia de tomas de terrenos organizadas y dirigidas por
la Izquierda, dando paso a las actuales poblaciones
populares; un movimiento juvenil unitario y plural que se
desarroll� poderosamente al integrarse a la lucha
antiimperialista y antiolig�rquica; un movimiento de
mujeres muy vinculado a la izquierda.
Es necesario lograr que los movimientos sociales se asuman
como sujetos pol�ticos y que los partidos y movimientos
pol�ticos comprendan la necesidad de formar parte activa
del movimiento social. La complementariedad del papel de
los movimientos sociales y las organizaciones partidarias
revolucionarias es cada vez m�s necesaria. La separaci�n
s�lo favorece al sistema dominante y pese a ello en esa
trampa caen algunos sectores del llamado "progresismo".
La l�nea divisoria que debiese establecerse es entre
movimientos y partidos que encaran la lucha con una
perspectiva transformadora y movimientos y partidos que
pretenden mantener o a lo mas "maquillar" el
neoliberalismo.
Descalificar a los partidos revolucionarios no contribuye
al �xito de la lucha. Es obvio que los movimientos
sociales han desarrollado un esfuerzo cuyos resultados
sobrepasaron las expectativas m�s optimistas. Han
protagonizado luchas potentes y logrado ciertos triunfos,
pero a pesar de su masividad y combatividad, estos
movimientos hasta ahora no han logrado abordar el asunto
central de toda transformaci�n de fondo, que es el problema
del poder del Estado. De ah� la necesidad de una acci�n
com�n y convergente de movimientos y partidos.
Hay quienes critican a los partidos de izquierda y en
especial a los comunistas, porque con su "estadocentrismo",
estructura verticalista y "dirigismo", atentar�an contra la
horizontalidad, autonom�a, estructura participativa, etc.,
de los movimientos sociales. En la historia del movimiento
revolucionario han existido fen�menos negativos de ese
tipo. Pero, las crisis dejan lecciones que son asumidas de
m�s en m�s. Creemos que los partidos deben conocer a fondo
la nueva realidad y repensar su forma de hacer pol�tica.
Mantener el car�cter de clase del partido, pero abierto a
los fen�menos nuevos y para ello desarrollar la teor�a
marxista de acuerdo a las condiciones de hoy.
La expresi�n aut�noma de los movimientos sociales durante
la acumulaci�n de fuerzas, el asalto al poder y la
construcci�n de la nueva formaci�n social est� en el
fundamento de una estrategia realista y por eso correcta.
Es una de las lecciones de la experiencia del socialismo
que se derrumb�. Mirando nuestra propia historia, vemos que
en la conjunci�n y relaci�n estrecha del movimiento social
y los partidos populares est� la base del �xito pero,
tambi�n, que los partidos pueden llegar a tener tanto peso
que inhiban el accionar independiente de las masas:
pensamos que esto conspir� durante la Unidad Popular contra
la conformaci�n de un m�s amplio poder popular que pudo
haber jugado otro papel en la defensa del proceso de
transformaciones.
Detr�s del rechazo a los partidos siempre hay un
pensamiento que solo acepta la reproducci�n de lo
existente. En una democracia real o participativa, partidos
y movimientos sociales son formas diferenciadas de
representaci�n, pero v�lidas y necesarias. Quienes no
buscan la transformaci�n de la sociedad, pueden aceptar la
cr�tica a los partidos y refugiarse en los movimientos
sociales, pero eso es err�neo en aquellos que luchan por
las transformaciones revolucionarias.
En el caso de Chile, entre los movimientos emergentes
destacan aquellos que protagonizan los nuevos sectores de
trabajadores cesantes y precarios (desregulados), el que
expresa las reivindicaciones de los pueblos originarios, de
los campesinos y sectores rurales empobrecidos; los que
reivindican soberan�a nacional sobre los recursos naturales
(antiimperialistas); los que luchan por la recuperaci�n y
ampliaci�n de las libertades democr�ticas; los de defensa
de los derechos humanos; los movimientos feministas en auge
ante el agravamiento de la explotaci�n del trabajo de la
mujer y la intensificaci�n del integrismo; los ecologistas,
que luchan contra la acci�n depredadora del neoliberalismo;
los que luchan por el reconocimiento de la diversidad
sexual; los defensores de una �tica social que respete al
ser humano que convoca a muchos creyentes y no creyentes,
los de las fuerzas de la intelectualidad y la cultura que
rechazan el posibilismo o la sumisi�n. Se debe tener en
cuenta que el sistema neoliberal afecta y lleva a la ruina
a diversos sectores de la econom�a, tanto agr�cola como
industrial que no profesan una ideolog�a avanzada, pero que
a la hora de luchar contra el sistema y construir
alternativa deben transformarse en aliados.
El XXII Congreso de nuestro Partido decidi� lo que
denominamos el viraje consistente en "un desplazamiento de
todos nuestros esfuerzos hacia la base social, hacia los
trabajadores para construir en todos los sectores
movimientos de masas resueltos a intensificar sus luchas
por sus derechos y aspiraciones enfrentando de mil formas
el sistema" m�s que en la actividad en las instituciones
del sistema constatando que " dentro de los marcos de la
actual institucionalidad no es posible pensar en
instituciones democr�ticas y representativas al nivel de
Estado." ... "Esto no significa abandonar las batallas
electorales sino participar en ellas de una forma
absolutamente distinta (convirti�ndolas) no s�lo ni tanto
en batallas electorales sino batallas sociales y
pol�ticas".
Al mismo tiempo el Congreso concluy� que " todos los
agredidos por el sistema, con sus reivindicaciones propias,
comienzan a converger en el reclamo de un mundo distinto.
Se crean as� las condiciones para la emergencia de un nuevo
sujeto hist�rico."
El movimiento pol�tico social en su acci�n alternativa al
sistema no puede limitarse a los marcos de la
institucionalidad imperante, que en Chile es tremendamente
antidemocr�tica. Lo pol�tico institucional tiene l�mites
crecientes, por tanto es indispensable el car�cter
rupturista de la lucha del movimiento social, su
coordinaci�n estrecha con los partidos pol�ticos de
izquierda, su autoeducaci�n y creaci�n cultural que le
permitan crear nuevas bases de poder y reapropiarse de las
funciones que el Estado le fue usurpando a la sociedad.
La puesta en pr�ctica de estas orientaciones se ha
traducido, aunque no en la misma dimensi�n que en otros
pa�ses de Am�rica Latina, en avances en las luchas durante
el a�o 2003. El movimiento popular, en proceso de
rearticulaci�n, ha logrado elevar la resistencia de masas a
las pol�ticas neoliberales y se comienzan a crear las
condiciones de un nuevo cuadro pol�tico. El paro nacional
de la CUT del 13 de Agosto se constituy� en la expresi�n
m�s alta de la lucha de clases desde la salida de Pinochet
del poder, marcando un hito cualitativo al situar al
movimiento sindical como un actor de primera l�nea en los
acontecimientos de la vida nacional. Ello se ha expresado
tambi�n en las huelgas de los trabajadores de la salud, de
los empleados fiscales, de los trabajadores del subcontrato
del Cobre, en las masivas y radicales movilizaciones de los
pescadores artesanales y de los trabajadores eventuales y
transitorios, en las protestas de los portuarios, en los
paros del magisterio y de los estudiantes, entre otras. Por
su parte, el Congreso Refundacional de la CUT resolvi�
convocar a las organizaciones sociales, sindicales y
partidos democr�ticos progresistas, a construir un gran
movimiento contra el TLC y el ALCA, contra las
privatizaciones y en rechazo a la flexibilidad laboral, por
una nueva Constituci�n.
Sin embargo, hay que decir que las grandes masas no ven a�n
como referente determinante al partido. Otros partidos y
movimientos pol�ticos de izquierda se han debatido en la
dispersi�n y en la divisi�n en la b�squeda de nuevos rumbos
para seguir adelante. En muchos surge la descomposici�n y
problemas internos que los agotan. No hay objetivos claros
y casos tambi�n la deserci�n de los principios. Esto
facilita la desesperanza.
Con el riesgo de caer en el reduccionismo, se podr�a decir
que los caminos para construir la conciencia de clase
tienen que ver b�sicamente con: la lucha de ideas, el
ejemplo moral que son capaces de irradiar quienes luchan
consecuentemente por cambiar la sociedad y la experiencia
pr�ctica que los sectores oprimidos desarrollan al
incorporarse a la lucha.
No hay ninguna revoluci�n o proceso de cambios en la
historia que no haya sido precedido de una cr�tica y
cuestionamiento a fondo a las ideas dominantes y de la
irradiaci�n de las nuevas ideas que expresan los intereses
y aspiraciones de las mayor�as postergadas.
Esta es una batalla diaria y que tiene lugar en campo
minado por el adversario. Hace ya decenios Gramsci
constataba "existe la lucha por el monopolio de los �rganos
de la opini�n p�blica: diarios, partidos, parlamento, de
modo que una sola fuerza modele la opini�n y, por tanto, la
voluntad pol�tica nacional, convirtiendo a los disidentes
en un polvillo individual e inorg�nico" La actualidad de
estas apreciaciones es evidente con el agregado que los
niveles de control se han multiplicado y las capacidades de
la izquierda se han reducido relativamente y en algunos
casos tambi�n absolutamente (medios de comunicaci�n
perdidos, debilitamientos org�nicos, etc) en este tiempo.
La lucha de ideas supone la cr�tica al sistema imperante,
pero sobre todo exige la elaboraci�n de ideas y propuestas
acerca de la nueva sociedad.
En medio de la corrupci�n que dimana del neoliberalismo y
el desprestigio de la pol�tica, la Izquierda debe
convertirse en un referente moral para el pueblo y las
nuevas generaciones, que se inclinan naturalmente por la
rebeld�a, y que rechazan el autoritarismo, la venalidad, la
hipocres�a y el conservadurismo. El carisma de Gladys Mar�n
en la juventud y otros sectores tiene que ver justamente
con esto. El respeto que gente que no es de izquierda
siente por los comunistas se debe a que valoran en ellos la
consecuencia, la valent�a, la honestidad. Hay que constatar
que influye en la desconfianza hacia los partidos pol�ticos
las promesas de alianzas y partidos de izquierda que llegan
al poder con un discurso antineoliberal pero que luego
gobiernan con las recetas del FMI.
Creemos que lo mas determinante es la acci�n. La
experiencia directa de los explotados y todos los
agredidos por el sistema, genera en medio de la lucha
conciencia "verdadera" que se contrapone con el "sentido
com�n" impuesto por el modo de dominaci�n. Ese proceso
tiene car�cter racional y tambi�n emocional, aspecto
descuidado en nuestra pr�ctica pol�tica.
Los avances de la lucha popular este a�o han reafirmado que
el m�s importante movimiento social en Chile sigue siendo
el de los trabajadores. El problema que debemos abordar es
el de las nuevas formas de organizaci�n que demanda la
nueva organizaci�n del trabajo en el mundo globalizado
dominado del gran capital. Un asunto capital es la
organizaci�n de los trabajadores precarizados, que se
inici� con los cesantes y debe ahora tambi�n dirigirse a
los trabajadores a honorarios de la administraci�n p�blica,
los temporeros de la agricultura, los que laboran para las
empresas proveedoras de mano de obra para la banca, el
comercio, la miner�a, la industria manufacturera y otras
ramas de la producci�n. Esto demanda que junto al
fortalecimiento de la sindicalizaci�n que podemos llamar
tradicional, hoy debilitada, debemos descubrir nuevas
formas org�nicas y de las propias demandas acorde con las
nuevas condiciones de trabajo. Es un gran desaf�o si
tenemos presente que se trata del 66% de los asalariados
que en los hechos afrontan la explotaci�n de su fuerza de
trabajo pr�cticamente en forma individual, al margen de
toda posibilidad de actuar en colectivos. El capital
despliega una estrategia destinada a que el trabajador viva
su vida en la esfera del consumo y no en la esfera de la
producci�n, y esto es un fuerte obst�culo para que adquiera
conciencia de su explotaci�n.
La necesidad de la unidad sindical sigue siendo un objetivo
de primer orden. Cuando las capacidades de bloquear el
sindicalismo de clase se agotan se apunta a la divisi�n de
las centrales sindicales. Es la experiencia de nuestro pa�s
en estos d�as. Por otra parte, la formaci�n sindical, la
coordinaci�n con otros sectores sociales y con los partidos
de izquierda son factores que deben alcanzar nuevos
niveles.
Un aspecto al que debemos prestar mucho mayor atenci�n es
el de la necesaria internacionalizaci�n de la lucha de los
trabajadores. Las grandes multinacionales han convertido el
empleo de mano de obra barata en un recurso clave del
incremento de la plusval�a. Esto arremete no solo a los
trabajadores mal pagados del llamado tercer mundo sino
tambi�n a los explotados mejor pagados del primer mundo. En
los propios pa�ses del tercer mundo las diferencias de
salario y trato no son menores. Existen condiciones
objetivas para unir luchas y en eso el retraso es muy
grande.
En nuestro Congreso concluimos que "la posibilidad de
conquistar victorias para las fuerzas populares depende,
hoy mas que antes, de su capacidad de insertar sus luchas
nacionales en el movimiento mundial antiglobalizaci�n". La
materializaci�n de esta conclusi�n genera decisiones que
van mas all� del mundo del trabajo.
Nuestro Partido ha asumido una clara posici�n a favor de
una soluci�n al problema de la mediterraneidad de Bolivia.
Propiciamos una intervenci�n activa de las organizaciones
sociales y pol�ticas populares en la construcci�n de
propuestas que abran camino a esa soluci�n y promuevan al
mismo tiempo formas de integraci�n de las naciones
latinoamericanas. Propusimos y se ha realizado un primer
encuentro en territorio chileno que congreg� a
organizaciones pol�ticas y sociales de Bolivia, Chile y
Per�. Dado el �xito obtenido, el pr�ximo a�o realizar� una
nuevo encuentro Trinacional en territorio de Bolivia
Asumimos como nuestra obligaci�n enfrentar las formas como
el gobierno de Chile se adscribe a la pol�tica
norteamericana. Esa postura da�a a todos los pueblos de A.
Latina. La firma del TLC facilita la imposici�n por los
EE.UU. del ALCA al total de nuestros pueblos.
Consideramos que debemos ver de conjunto la necesidad de
hacer jugar un rol mas activo el Foro de Sao Paulo, cuya
contribuci�n a la defensa y promoci�n de las posiciones de
izquierda en el continente valoramos mucho aunque tenemos
la convicci�n de que puede y debe hacer mucho m�s. Nuestra
disposici�n es alentar toda forma de relaci�n
latinoamericanista e internacionalista y eso significa que
consideramos con simpat�a el movimiento bolivariano as�
como nos interesa el fortalecimiento creciente del Foro de
Porto Alegre.
La contribuci�n que podamos hacer ser� tanto mayor cuanto
m�s avancemos en el desarrollo de los procesos unitarios en
nuestra patria.
La Central Unitaria de Trabajadores en su Congreso
Refundacional convoc� a constituir un movimiento nacional
pluriclasista que se expresar� en agrupaciones denominadas
Multisociales constituidas a trav�s de sus instancias
provinciales. All� est�n invitadas todas las expresiones
sociales como pol�ticas cuya conciencia de los efectos del
modelo las empuja a acciones reactivas o de clara
construcci�n alternativa.
El car�cter pluriclasista de las Multisociales nos exigen
enfrentar todas las contradicciones existentes en el seno
del pueblo poniendo al centro lo principal, esto es, la
confrontaci�n al neoliberalismo y sus representantes. Las
Multisociales pueden convertirse en la expresi�n de masas
de movimiento antineoliberal.
En el proceso de construcci�n de las multisociales, nos
encontraremos con sectores que intentar�n negar la
participaci�n de las fuerzas pol�ticas como tales dentro
del movimiento. Este asunto para nosotros constituye una
cuesti�n de fondo, es un problema estrat�gico. La exclusi�n
de los partidos busca cuestionar la idea de la necesidad de
cambios radicales del sistema, procura restringir las
luchas sociales s�lo a los aspectos reivindicativos
particulares e inmediatos, no respeta la diversidad y
apunta a crear en algunos casos caudillos que no tengan
contrapeso en la direcci�n del movimiento. Esta exclusi�n,
en el caso de nuestro pa�s, va dirigida particularmente al
Partido Comunista.
En la construcci�n de movimiento se ha dado un paso
importante al conformarse recientemente un movimiento de
fuerzas pol�ticas y sociales de Izquierda y progresistas
que aglutina al Partido Comunista, al Partido Humanista, el
MIR, la Izquierda Cristiana, la Izquierda Socialista, el
Frente Unidos Venceremos, el Movimiento Patri�tico Manuel
Rodr�guez y otras fuerzas pol�ticas junto a movimientos
sociales ecologistas, de la diversidad sexual, del mundo
cristiano, de defensa de la salud p�blica, de defensa del
cobre, a los Traperos de Ema�s, movimientos culturales,
corrientes sindicales clasistas y otros, junto
personalidades sociales e intelectuales.
Esta nueva fuerza democr�tica, progresista y de Izquierda
debe ser un promotor pol�tico e ideol�gico en la formaci�n
de Multisociales, para darle profundidad estrat�gica a
dicha propuesta social y pol�tica, asumiendo que a las
multisociales deberemos atraer a sectores cuyas
representaciones pol�ticas ser�n tambi�n de derecha y de la
Concertaci�n lo que significar� lucha de ideas para
asegurar la unidad y la acci�n.
La construcci�n del movimiento alternativo en todos sus
planos demanda la elaboraci�n de una propuesta program�tica
de la izquierda, programa que hay que elaborar con el
pueblo y es la orientaci�n que ha definido el agrupamiento
de fuerzas pol�ticas y sociales de izquierda y progresistas
que prepara una Convenci�n para el mes de Mayo. Esas
demandas, deben ser ejes de la construcci�n de las
propuestas pues el TLC, el ALCA, la flexibilidad laboral,
el cobre, la salud y la educaci�n p�blicas, etc., son los
elementos que convocan a los actores que buscan reunir las
multisociales.
El pa�s se aproxima a un per�odo pol�tico marcado
objetivamente por los procesos electorales, donde el bloque
en el poder desplegar� todos sus esfuerzos en hacer de
estos el centro de la lucha pol�tica. Por nuestra parte,
dirigiremos todas nuestras capacidades para lograr que el
movimiento social intervenga y marque el escenario
electoral, otorg�ndole una calidad distinta al proceso,
sac�ndolo del electoralismo vac�o para convertirlo es un
proceso que ayude a avanzar en la construcci�n del nuevo
sujeto hist�rico que es el objetivo central de nuestra
pol�tica.