El pueblo trabajador de Afganistán vive uno de sus peores retrocesos sociales, resultado de décadas de intervención política y militar imperialista. Tras 20 años de ocupación norteamericana, 40 mil muertos civiles, 70 mil heridos de guerra y cerca de 350 mil refugiados, estos últimos en aumento con el retorno de los talibanes al poder, se produce el retorno de las fuerzas más oscurantistas y reaccionarias al poder. Dicha retirada no es una victoria que pueda compararse con la que en su momento logró el heroico pueblo de Vietnam en 1975, con la derrota de las fuerzas militares estadounidenses, como lo quieren hacer ver algunas fuerzas oportunistas.Se trata del resultado de un pacto velado donde se dan garantías al espolio imperialista, ajustando las esferas de influencia entre centros rivales, y a la brutal opresión.
Es de señalar la doble moral del imperialismo estadounidense y de sus aliados, quienes un par de décadas atrás catalogaron a los talibanes como terroristas y ahora los catalogan como “socios estratégicos”; y esto es así tanto para el bloque imperialista en repliegue como para sus rivales chinos, rusos y pakistaníes, entre otros, prestos a avanzar en sus propios intereses.Los centros disputan las rutas de mercado, la extracción de minerales valiosos, las grandes reservas de litio, la producción y trasiego de derivados de la amapola, etc. El gobierno talibán no es una fuerza antiimperialista, al contrario, es una gestión que facilita la espoliación mediante el terror abierto.
Para el Partido Comunista de México (PCM) el grave retroceso de las libertades colectivas e individuales de las mujeres trabajadoras afganas, que tanto está en boga entre los círculos burgueses de opinión, tiene su origen con el proceso de contrarrevolución y destrucción de las bases económicas socialistas en Afganistán. El imperialismo busca ocultar la verdad histórica, que con hechos demuestra que antes de la promoción, financiamiento y asesoramiento de las fuerzas militares talibanes la mujer trabajadora afgana, al igual que cualquier trabajador, contaba con más garantías y libertades que la democracia capitalista actualmente le pueda brindar. El imperialismo es reacción y parasitismo, su intervención militar no puede cumplir las tareas que sólo la revolución puede realizar; y este hecho indeleble de la memoria histórica será crucial para que el pueblo afgano pueda encontrar una salida favorable a sus intereses y para que los pueblos del mundo extraigan las necesarias lecciones.
Algunos de los avances más destacables para el desarrollo y bienestar del pueblo trabajador afgano, impulsados por la revolución socialista y ahogados por la intervención imperialista,fueron el programa de alfabetización impartido por mujeres; la separación de religión y Estado; el Estado laico; laeliminación del cultivo de opio; lalegalización de los sindicatos; la ley del salario mínimo para trabajadores y trabajadoras; la igualdad de derecho entre hombres y mujeres; lareforma agraria con retribución de tierra para los campesinos desposeídos; la educación universal y gratuita para ambos sexos, etc.
Estos avances no se dieron sin oposición; sin despertar una feroz reacción de parte de los terratenientes, los clérigos, los usureros, las élites políticas tradicionales, los militares aristocráticos, los traficantes de opio, etc., quienes estallaron una guerra a muerte para resistir y revertir el avance social cuyas condiciones habían madurado. A las fuerzas sublevadas el imperialismo las pertrecho hasta los dientes, las asesoró, financióe infló hasta lo indecible en la "Operación Ciclón"; a decir de la propia CIA, la mayor operación encubierta de toda su historia. Como vemos, no es la primera vez que los EE.UU. pactan y arman a la reacción anticomunista en Afganistán a cambio de garantías para sus intereses.
Denunciamos el discurso demagógico del gobierno de mexicano, que por un lado abre las puertas a algunas mujeres afganas para su exilio; pero por otro lado mantiene una política antiinmigrante y xenófoba en el sur de México, dirigida contra decenas de miles de trabajadores haitianos, centroamericanos, etc. El PCM, basado en el principio del internacionalismo proletario, expresa su solidaridad al pueblo trabajador afgano, a las fuerzas revolucionarias y clasistas, que tarde o temprano emergerán para hacerle frente al régimen reaccionario talibán.
¡Proletarios de todos los países, uníos!
El VIII Pleno del Comité Central del Partido Comunista de México