CP of Mexico, Sobre antagonismo interimperialistas en Ucrania

2/16/22, 8:38 AM
  • Mexico, Communist Party of Mexico Es North America Communist and workers' parties

Sección de Ideología/Sección Internacional, del CC del PCM

 

Vivimos en la época del imperialismo. Las relaciones capitalistas se han asentado en todo el mundo, los monopolios controlan sectores completos de la economía de uno o varios países y los gobiernos de los Estados capitalistas fungen como la junta administrativa de los intereses de la burguesía. Al mismo tiempo los monopolios sostienen una lucha encarnizada por dominar o alcanzar una mayor cuota de mercado en cada rama o sector de la producción y la distribución de mercancías. Así, la burguesía y sus Estados chocan entre sí por el control de rutas, recursos naturales, mercados y beneficios en todo el mundo. Cada paso al frente dado por un polo tiene respuesta de parte de su contrario. Actualmente la disputa interimperialista se concentra en torno a dos polos, por un lado Estados Unidos-Unión Europea y, enfrente, China-Rusia que intervienen a favor de los intereses de sus monopolios; a su alrededor se tejen tratados, alianzas, controversias y discrepancias intestinas; se rompen pactos, destacan matices y se consolidan nuevas alianzas.

            Progresivamente el conflicto entre polos imperialistas ha convertido al mundo, aunque en distinto grado, en área de disputa desde el Pacífico al Atlántico, desde el corazón de África a Latinoamérica. Recrudeciéndose esta lucha, que ya se expresa en la ratificación de un acuerdo comercial, en sanciones internacionales; ahora en la aplicación de aranceles a mercancías; allá en un bloqueo al acceso a tecnología; y en otros puntos del globo con el fomento de golpes de estado, la subvención de grupos paramilitares y el estallido de confrontaciones locales o regionales, cada vez de mayor calado, que amenazan con desembocar en una guerra abierta. Todo esto bajo el ropaje, usado alternadamente por cada grupo imperialista, de la defensa de la democracia, los derechos humanos, el libre comercio, el desarrollo mutuo, la independencia y la soberanía nacional o la integridad territorial.

            Los actuales acontecimientos en Ucrania ponen de manifiesto que vivimos un reordenamiento de las alianzas imperialistas, una agudización de sus contradicciones y una acelerada tendencia a la guerra imperialista como resultado de la disputa entre los monopolios de las potencias capitalistas por obtener la supremacía frente a sus competidores. En la época del imperialismo, última fase del capitalismo, los antagonismos interimperialistas llevan consigo largos periodos de tensiones económicas y diplomáticas hasta consumarse en intervenciones militares y guerras.

            Por otro lado, estos conflictos interimperialistas generan una gran confusión en varios partidos comunistas; colocan falsos dilemas y terminan por sacrificar a la clase obrera de sus países con el apoyo a uno u otro bando imperialista. Ante este contexto, es un deber de los Partidos Comunistas analizar la realidad internacional bajo el método del marxismo-leninismo para generar un franco debate, con fundamentos, que aporte claridad a la clase obrera y capas populares desde un enfoque de clase, que eleve su conciencia política para cumplir con su misión histórica de derrocar al capitalismo. Dejar en claro que el imperialismo es la fase de los monopolios, que juegan el papel decisivo en la vida económica de cada país capitalista; que la tendencia del modo de producción capitalista, en su fase imperialista, es la lucha encarnizada por el acaparamiento de materias primas, mercados, rutas de transporte, recursos energéticos, etc. Por ello es utópico y falso pensar que pueda existir una paz mundial entre las naciones mientras existan las relaciones capitalistas de producción. La paz es incompatible con el modo de producción capitalista que ha llegado a sus límites históricos, pues su existencia en el mundo es con base a la barbarie, el sufrimiento, la explotación más cruda de los trabajadores, la depredación de los recursos naturales y la guerra para los pueblos del mundo. El caso de Ucrania merece atención porque hoy es el centro de las disputas interimperialistas que pueden marcar una tendencia del acelerado rumbo que inevitablemente lleva consigo la época del imperialismo hacia la conflagración.

 

Consecuencias de la contrarrevolución en el campo socialista y desarrollos posteriores en Ucraniay Europa del Este

 

El triunfo de la contrarrevolución en la Unión Soviética, y en algunos países en que se construía el socialismo, trajo consigo graves retrocesos para los trabajadores y capas populares de los países en cuestión y de Europa del Este en particular. Los monopolios de EE.UU. y la Unión Europea reclamaron su parte del botín y junto con una burguesía heredera de los logros técnicos y la capacidad productiva de las repúblicas soviéticas iniciaron el restablecimiento de las relaciones capitalistas; este desarrollo tuvo su correlato en la integración a alianzas comerciales, políticas y militares, así como en la integración de los países a la Unión Europea, y su posterior integración a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN): Hungría, Polonia y República Checa en 1999; Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Letonia, Lituania y Rumania en 2004; Croacia y Albania en 2009; Montenegro en 2017; y Macedonia del Norte en 2020. Esto expresó la consolidación de un proceso de integración en un polo imperialista.

Durante esta época, Rusia —ya con el pleno imperio de las relaciones capitalistas— logró hacerse espacio dentro de la disputa capitalista:en Transnistria (1991); Tayikistán (1992-97); en Georgia, con Abjasia y Osetia del Sur (1992-94 y 2008); en Ucrania (2014); así como Siria, en Medio Oriente, intervención que como en el caso de Ucrania ocurrió en abierto choque contra el bloque EE.UU.-UE. Hasta llegar a la intervención de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, que aunó tropas de Rusia, Bielorrusia, Armenia, Tayikistán y Kirguistán, ante las manifestaciones obreras y populares sucedidas en Kazajistán.

Países como Ucrania, desde la década de los años noventa del siglo XX, padecen una serie de afectaciones, no solo por crisis sino por la inestabilidad económica, política y social derivada de la ley del desarrollo desigual de las naciones en el modo de producción capitalista. Ucrania, como otros territorios de Europa del Este, es disputada por grandes monopolios, a través de las acciones de diversas potencias capitalistas, tanto por su importancia de almacenamiento, rutas de transporte y riqueza en materia de gas, petróleo y minerales. Esta situación le ha procurado a Ucrania un lento desarrollo de sus fuerzas productivas y su interdependencia asimétrica con Rusia capitalista. En los primeros años del siglo XXI las contradicciones de la burguesía ucrania trajeron consigo el cuestionamiento y el intento de romper lazos y alianzas económicas con la burguesía rusa, resultado en parte de las acciones de Estados Unidos como de la Unión Europea y lo cual incidiría en que Ucrania se encontrara en la disyuntiva de elegir entre un Acuerdo de Asociación con la UE o uno en el marco de la Unión Aduanera Euroasiática, promovida por Rusia, que tuvo no sólo manifestaciones de carácter electoral sino de otros tipos. Las tensiones diplomáticas se convirtieron en guerra económica, mediante la aplicación de aranceles por parte de Rusia a Ucrania. En 2014 el gobierno de Víktor Yanukóvich da pasos atrás en la implementación del acuerdo con Europa y procede a estrechar lazos con Rusia, ante lo cual el polo encabezado por EE.UU.-UE apoyan manifestaciones de descontento, de las que había elementos para categorizarlas como “revoluciones de colores”, y en particular a grupos nacionalistas y filofascistas, lo cual derivó en la instauración de un gobierno proUnión Europea. En este panorama, Rusia anexionó Crimea y dio impulso a grupos de corte separatista y nacionalista al este de Ucrania, en el Donbass; desatándose una guerra localizada en la que hasta la fecha, no obstante los acuerdos de Minsk II, los combates no cesan.

En 2014 las fuerzas en conflicto militar, como las mismas revueltas en la ciudad industrial del Donbass, marcan el inicio de una intervención y de la guerra entre Rusia y Ucrania. La anexión de Crimea por parte de Rusia representó la pérdida del 5% del territorio ucraniano, uno que producía el 20% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. Estas acciones llevaron a Ucrania a una crisis política y económica, siempre en detrimento de los intereses de los trabajadores y las capas populares. En el plano de los antagonismos interimperialistas esto desató una prolongada escalada de tensiones diplomáticas, económicas y militares entre potencias capitalistas: por un lado Rusia y por el otro la Unión Europea, Estados Unidos y la OTAN. Los tratados de paz intentaron ser muestra de equilibrio en la correlación de fuerzas entre Rusia y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), pero dado el carácter y la magnitud de las contradicciones y los antagonismos todo acuerdo ha sido infructuoso. Mediante la diplomacia los capitalistas solo buscan ganar tiempo para preparar y lograr mejores condiciones militares, alianzas más extensas y sólidas, para arribar mejor posicionados al teatro de operaciones.

            Hoy en las fronteras entre Rusia y Ucrania los indicios y despliegues militares alcanzan un punto álgido. Rusia, según diversos informes ha reunido a más de 100,000 soldados en los límites entre ambos países. Ucrania durante los últimos años ha desarrollado a marchas forzadas un ejército numeroso de aproximadamente 240 mil soldados, a los cuales en medio de la actual agudización de los antagonismos podrían sumarse 100 mil nuevos efectivos en el plazo de dos años.

 

Agudización de los antagonismos interimperialistas: militarismo y preparativos de una gran conflagración que amenaza a los pueblos de Europa del Este y el mundo

 

Los datos recientes indican que el gasto militar en 2020 ascendió 1981 billones de dólares. Mientras en Europa aumentó un 4%, en América subió un 3.9%. El gasto de EE.UU. alcanzó oficialmente los 778 mil millones de dólares. China, por su parte, reservó un gasto por 252 mil millones de dólares, 76% más que diez años atrás, como parte de un incremento continuo a lo largo de 26 años consecutivos.

            En cuanto a la producción y la venta de armas, los países que aparecen como antagonistas o actores de reparto en el actual conflicto alrededor de Ucrania representaron en el periodo 2016-2020 el 76% del volumen de las exportaciones. El orden de ese listado es EU, Rusia, Francia, Alemania y China. En conjunto, América del Norte y Europa alcanzan el 86% del total de las ventas para exportación. A diferencia de hace años, cuando las contradicciones entre tiburones imperialistas alcanzaba mayor notoriedad en Medio Oriente, hoy éstas se instalan con vigor en Europa del Este, parte del continente al cual el flujo de armas se ha incrementado notablemente. En 2019 las principales empresas de armas destacaron en América del Norte, 12 de éstas; Europa, con 8; y China, que aparece con 4.

            Algunos otros elementos importantes son que el arsenal nuclear está siendo vigorizado, mediante modernizaciones y formas distintas al pasado, tanto en Francia, Reino Unido, Estados Unidos y Rusia; China por su parte ha expandido su arsenal nuclear. En los últimos diez años, Rusia es uno de los países que más gastan en armamento mientras vende fuera y dentro de Europa, como queda de manifiesto en los actuales compromisos con Bielorrusia en relación a los sucesos acaecidos en Ucrania, UE y EE.UU. En 20 años el gasto militar de Rusia ha subido un 175% en términos reales.

            Todas estas consideraciones se encuentran presentes en los actuales desarrollos en Ucrania, en particular, y Europa del Este, en general.

            En el actual conflicto a propósito de Ucrania, los intereses por conservar y ampliaráreas de influencia y territorio, por expandir fronteras, se expresan en cada uno de los Estados que se muestran beligerantes en esta situación, o bien en las alianzas o grupos que se forman al interior de las mismas. Rusia, EE.UU., la UE, no se distinguen en esto más allá de formas y procedimientos. Entre estos Estados capitalistas destaca la injerencia, la determinación por sacrificar o decidir el destino de los pueblos y la clase obrera de los países involucrados, la elección de imponer el interés de sus monopolios en última instancia.

            Europa del Este ve como en el Mar Negro y el Báltico Rusia dispone de buques de guerra para ejercicios militares, pertrechados de misiles, para maniobras de desembarco o defensa. Bielorrusia complementa sus decisiones militares con avisos de nuevos episodios de guerra comercial contra Ucrania y determinaciones políticas más adecuadas a una escalada armamentística y a un escenario de guerra. Por su parte, EE.UUavisa de nuevos despliegues militares con miles de soldados para, en sus declaraciones, reforzar el flanco oriental de la OTAN con equipos de combate, apoyo de aviación, servicios de inteligencia, etc.; así como más soldados en Europa del Este que franqueen Rusia desde Polonia, Rumania, Lituania, Letonia y Estonia, entre otros, con cerca de 10 mil efectivos declarados. Los Estados fuertes de Europa, al tiempo que privilegian la gestión de los asuntos de sus monopolios, procuran conservar este marco resquebrajado,quepese a todo favorece en distinto grado a todas las burguesías consideradas, y anuncian iniciativas para un nuevo orden de seguridad y estabilidad. La OTAN, para “contener a Moscú”, siembra fuego en toda Europa, de Oriente a Occidente, incursionando también en los mares y conservando a la expectativa las diversas bases militares que van de Países Bajos, Bélgica y Alemania, etc. Reino Unido no sólo se sintoniza con la UE en cuanto a posibles sanciones en contra de personajes y empresas rusas, sino que también se suma al movimiento de tropas. China, en una reunión oficial con Rusia en el marco de los Juegos Olímpicos de Invierno, proclama que la amistad y la cooperación entre ambas no tiene límites ni zonas vedadas; exige que la OTAN conserve sus actuales dimensiones,con la retórica anti-ampliación; y maniobra entre la contradicción existente entre los intereses de sus propios monopolios y la sociedad entre las burguesías chino-rusas con escaramuzas por un equilibrio en la correlación de fuerzas entre tiburones imperialistas al contraponer a las posibles consecuencias de sanciones en contra de Rusia la existencia de contratos por gas por cientos de miles de millones de dólares entre China y Rusia.

            Los partidos comunistas en interés de la revolución socialista y bajo el criterio clasista, no puede hacer pasar gato por liebre; no puede priorizar análisis geopolíticos y geoeconómicos que, a fin de cuentas, son funcionales a las disputas intermonopolistas; ni tomar partido, ignorando la contradicción capital-trabajo, por tal o cual exponente de propósitos por un reparto del mundo con mayores dividendos para los países que disputan la hegemonía a EE.UU. en los marcos del capitalismo imperialista.

            Los acontecimientos exhiben peligros y perjuicios de la interdependencia en el mundo capitalista; así como el carácter diverso,entreverado y simultáneo de las contradicciones interimperialistas, las cuales, por un lado, dado el agravamiento de la situación, revisten formas cada vez más de conflagración militar como recubierta de profundas aspiraciones contrapuestas de índole económico entre monopolios y países capitalistas.

            Los señores de la guerra enlos bandos imperialistas no reservan consideración a los pueblos y a los trabajadores, sino que preparan concienzudamente unos escenarios que desembocarán en mayor pobreza, desempleo, desplazamientos forzados y asesinatos en masa. En su disputa, los monopolios y Estados confrontados, sientan las bases de una carnicería que ahondará aún más los actuales agravios a la clase obrera y capas populares.

           

La competencia de los monopolios por las cuotas de materias primas y del transporte de mercancías

 

El conflicto entre Rusia y Ucrania, con EE.UU. y la UE como garantes de esta última, es de carácter interimperialista. Se trata de un conflicto donde un tema central es el interés contrapuesto de los monopolios de los energéticos y de las burguesías rusas y ucranianas; en éste nada tiene que ver la “soberanía”, la “democracia”, la “autodeterminación de los pueblos” o, incluso,“la defensa de la Rusia soviética”.

Es necesario señalar que tanto para los monopolios de EE.UU.,como de la UE, está en disputa el territorio ucraniano del Donbás, donde una amplia red de gasoductos surte a los países europeos,para obstaculizar un mayor grado de dependencia respecto aRusia, principal exportadorcontemporáneo de dicho energético a Europa.

Rusia misma, interesada en fortalecer su posición y a sus monopolios, en especial a Gazprom, alimenta la codicia por el Este de Ucrania dado que fortalecería su predominio en las rutas de transporte del gas en detrimento de rivales y antiguos socios. Gazprom, principalproveedor de gas natural a Europa, busca imponer cada vez más las medidas, los precios y las condiciones del abasto del gas a los países europeos. Cabe mencionar que Gazprom es una empresa estratégica y clave para los ingresos de Rusia. Gazprom fue creada en 1989,en el proceso de contrarrevolución de la Unión Soviética; y a pesar de ser una empresa privada el Estado ruso controla el 50,23% del capital de la compañía, que cotiza en las bolsas de Rusia, Londres y Fráncfort por unos 63 mil 500 millones de euros. El máximo dirigente de la empresa es Alexei Miller, colaborador de Putin durante el inicio de su carrera política entre 1990 y 1996. La posición que ocupa Ucrania para el abasto de petróleo y gas natural hacia el bloque de la Unión Europea genera tensiones con los monopolios rusos.

El resultado es una confrontación entre los intereses de los monopolios de Rusia y EE.UU.- Unión Europea. La gravedad es que ambos bandos arrastran tanto a la clase obrera de Rusia, Ucrania y Europa del Este a una confrontación que solo beneficia a los capitales. Asimismo, en el plano internacional se crean falsos dilemas en la necesidad de que otros pueblos del mundo tomen partido a favor o en contra de los polos de este conflicto. Derivado de una incomprensión de la fase imperialista algunas fuerzas políticas toman partido por Rusia capitalista, porque creen que el imperialismo solo está representado por los E.E.U.U, la Unión Europea y la OTAN, incluso llegan a considerar que Rusia mantiene rasgos de la ex Unión Soviética o que es su continuidad, lo que es una distorsión histórica. Estas posiciones erróneas traen consigo graves consecuencias para los trabajadores, que se convierten así en carne de cañón en estos conflictos bélicos de países capitalista: desde 2014, con el inicio de los choques militares entre Rusia y Ucrania, se contabilizan 13 mil muertos, 1.4 millones de desplazados y 30 mil heridos.

Además, es de subrayar que Gazprom, que monopoliza legalmente el comercio exterior del gas por parte de Rusia, alcanza grandes cuotas de este mercado en toda Europa, siendo el monopolio que surte aproximadamente el 50% del total del gas que importa esta región del mundo. A una Europa del Este militarizada por burguesías enfrentadas entre síen mayor o menor medida, hay que sumarle su extrema dependencia del gas ruso, lo cual cobra relevancia superior en países como Bulgaria, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Polonia, etc. En función de eso, se conforman los intereses generales de la UE así como pequeños bloques burgueses que echan más fuego a la hoguera, superponiendo a los intereses depredadores de los Estados burgueses fuertes sus propios intereses de expoliación y conservación de las actuales cuotas de plusvalía que perciben y son derivadas de la explotación de la clase obrera del sector, tanto fuera como dentro de las fronteras de Rusia. Rusia, que actúa en sus relaciones exteriores como cualquier otro estado capitalista y ajena a los principios de lo que fue la Unión Soviética, ha logrado también nuevas condiciones favorables en los últimos años: en las rutas de transporte y trasiego, así como en la infraestructura logística; por ende monopolios como Gazprom no dejan de percibir récords en sus cuotas de ganancia mientras el Estado burgués en Rusia utiliza ese poder económico como arma política frente a otras burguesías, lo que contribuye al alza en el costo de los energéticos y al encarecimiento de la vidaen general e intensifica el perjuicio en contra de los pueblos. Países como Alemania, que alcanza mayores escalones en la pirámide imperialista, impone una gran contradicción a sí misma y a toda Europa: las circunstancias ventajosas de Rusia, manifiestas en sus modernos gasoductos que podrían marginar de las cuotas de plusvalía a las burguesías de países como Ucrania y Polonia, le son favorables, pero al mismo tiempo descontinúan las vigentes condiciones de aprovisionamiento de gas a toda Europa por conducto de Ucrania, y en interés de los grandes monopolios alemanes sacrifican aún más al mayor número de pueblos también con la inflación y el alza de precios generalizada. Detrás del militarismo y las acusaciones cruzadasse encuentra además el afán de los monopolios norteamericanos por disputarcuotas de mercado al monopolio ruso, entrometiéndose como exportador a la alza en Europa, y a futuro competir en mejores condiciones contra sus rivales. 

            Los Estados burgueses hablan y actúan por los monopolios de sus respectivos países. Pasan este interés mezquino y contraproducente como uno de beneficio general o compartido. Las disputas entre monopolios energéticos, que trascienden los márgenes del Este de Europa, no traen sino mayores tormentos para la clase obrera de esos países: la carestía de la vida, inflación, altas tarifas del gas y una precarización agravada por la competencia capitalista.

 

El oportunismo ante el conflicto

 

Como lo señala el Partido Comunista de Grecia (KKE), “la lucha de clases no se libra en un ambiente claro”. Algunos partidos comunistas reducen el concepto de imperialismo a una política exterior agresiva y no la conciben como una fase última de las relaciones capitalistas de producción caracterizada por el dominio de los monopolios, la exportación de capital, la creación de capital financiero, su fusión con otros sectores del capital, y el reparto del mundo. La incomprensión a profundidad de la categoría del imperialismo, como la develó Lenin, trae consigo errores teóricos, ideológicos, pero sobre todo errores políticos. Las fuerzas oportunistas y socialdemócratas arrastran a la clase obrera a una política de falsos dilemas: apoyar a uno u otro polo imperialista, en este caso a Rusia o Ucrania-EE.UU.-UE., con trágicas consecuencias como hace un mes cuando algunos PC aplaudieron que la rebelión obrera de Kazajstanfuese sofocada para resguardar el área de influencia de los capitales rusos y chinos.

            Con el pretexto de la creación de grupos fascistas, tanto en Ucrania como en otros países, se recicla e implementa un política de “frentes antifascistas” que promuevela unidad de fuerzas comunistas, socialdemócratas y progresistas, pero que al final terminan por subordinar a la clase obrera de sus países a los intereses de las distintas gestiones del capitalismo por parte de la burguesías nacionales. El maniqueísmo y dogmatismo que se esconde en esta política equivocada no permite ver que las denominadas fuerzas “del fascismo” también están cruzadas por los actuales antagonismos interimperialistas, que no son un bloque homogéneo y, sobre todo, son fuerzas de choque que no son patrimonio de unas burguesías en particular: a ellas recurren, y financian, tanto la burguesía “democrática en Occidente” como la “autoritaria en Oriente”.

En otros casos el nacionalismo y chauvinismo se promueve para desplazar a la lucha de clases antagónica entre la burguesía y el proletariado, para colocar la defensa de la patria y los estados burgueses a costa del sacrificio de los trabajadores en las guerras. Por otro lado, algunas fuerzas apelan a la paz desde una posición burguesa, reclaman la aplicación de Derecho Internacional y la intervención de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y otros órganos internacionales; sin embargo, estos organismos perdieron su razón de ser debido a que el Derecho Internacional era sostenido por la correlación de fuerzas que imponía en su momento la Unión Soviética. Hoy en día el Derecho Internacional es utilizado por los países imperialistas para justificar su carrera armamentista y su intervención militar en países que consideran una “amenaza para la paz”. El derecho internacional es usado, convocado e interpretado según convenga a los intereses de los centros imperialistas. Es absurdo el papel que tienen hoy en día organismos como la ONU. Asimismo, la política centrista, oportunista y socialdemócrata de algunos gobiernos europeos encubre los verdaderos intereses de la burguesía de una falsa paz. Por un lado piden la disolución de la OTAN y, por el otro, apoyan nuevos acuerdos de seguridad; permiten que sus países integren alianzas militares con las potencias imperialistas y utilicen su territorio para colocar bases militares estadounidense o de otro país imperialista.

En el caso mexicano, la actual gestión socialdemócrata al tiempo que ha anunciado sus objetivos de profundizar los lazos económicos con EE.UU. para formar un contrapeso a China, llama a la utilización de las organizaciones internacionales como la ONU para mediar los conflictos internacionales. Esta posición que en los hechos se alinea con un polo imperialista y de palabra puja por la “solución pacífica”, escondeque las verdaderas causas de los graves conflictos internacionales están en la feroz rivalidad entre los monopolios, entre las burguesías y sus alianzas, que se disputan materias primas, rutas de transporte, cuotas de mercado, ganancias;y oculta que la guerra es la continuación de la política por otros medios.

 

La posición clasista y las tareas del PCM

 

La época del imperialismo no sólo no ha cambiado sino que se han intensificado sus rasgos fundamentales. La barbare imperialista genera que algunas fuerzas políticas planteen una lucha por etapas y vean como algo muy lejano la lucha por el socialismo, como algo a mil años de distancia. Nada más falso. Como lo señaló Lenin en su momento, el imperialismo es la antesala de las Revoluciones Socialistas en el mundo. Las tareas de los Partidos Comunistas, y entre ellos el PCM,son mantener un criterio clasista, que proporciona el marxismo-leninismo,en el análisis científico de la realidad; desarrollar un fuerte trabajo entre la clase obrera, los sindicatos y agrupar fuerzas populares bajo la conducción del proletariado de los sectores estratégicospara chocar contra los intereses de los monopolios de cada país capitalista. Para frenar las intervenciones militares de los bloques imperialistas es necesario el derrocamiento del capitalismo en cada país. Y poner de manifiesto a los trabajadores y capas populares que su situación económica, laboral, de incertidumbre social, no mejorarán mientras existan las relaciones capitalistas y los monopolios se repartan el mundo a costa de la muerte y los sufrimiento de millones de trabajadores y trabajadoras. La única salida a la barbarie de la actualidad es el socialismo, el poder obrero, la socialización de los medios de producción y la planificación central de la economía bajo el control y la dirección de los trabajadores.