Los organismos internacionales tienen diversos orígenes, persiguen distintos objetivos y obedecen a diferentes causas e intereses. La Organización de la Naciones Unidas, ONU, por ejemplo, surgió luego de la derrota del Eje nazifascista en la Segunda Guerra Mundial, y sus propósitos iniciales fueron garantizar la paz mundial y arrancar de raíz la amenaza del fascismo; tuvo un origen plural, en cuyo diseño participó la gloriosa Unión Soviética, además de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia; en tanto la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, nació como instrumento de guerra, con el fin de preparar la Tercera Conflagración Mundial liderada por Estados Unidos y las potencias imperialistas de Europa, contra la misma Unión Soviética.
La Cumbre de las Américas es un instrumento muy semejante a la OTAN porque también obedece a intereses unilaterales, no plurales, ni, mucho menos, populares; los intereses de Estados Unidos, en concreto. La gran potencia del norte la creó con el perverso propósito de reforzar su dominio sobre los países latinoamericanos, que, desde dos siglos atrás, ha considerado como una zona carente de soberanía y derechos, férreamente sujeta a los intereses yanquis. Creada apenas en diciembre de 1994, en el momento en que Estados Unidos disfrutaba de la gloria efímera de imperar sobre el mundo entero, luego de la caída de la Unión Soviética y el Campo Socialista de Europa, pretendía aumentar su histórico y proverbial saqueo de nuestros recursos naturales y de una porción sustancial del producto del trabajo de los habitantes de esta región.
Eran tiempos de auge de la globalización neoliberal mundialmente promovida por el imperialismo, y ya había puesto en marcha el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN, con Canadá y México —en enero del mismo año de 1994 — con el que multiplicó ostensiblemente el despojo de nuestras riquezas, y ahora pretendía extenderlo por todo el continente, con el llamado Acuerdo de Libre Comercio de las Américas, ALCA. Ese fue precisamente el propósito concreto para convocar por primera vez a una reunión a todos los jefes de Estado y de gobierno y la denominó así: Cumbre de las Américas.
Bill Clinton, el entonces presidente yanqui, congregó a todos
los demás en Miami, la oprobiosa capital de la mafia anticubana, y allí mismo forzó el acuerdo de seguirse reuniendo cada tres años. Pero el nefasto ALCA nunca entró en vigor, porque la emergencia de la lucha de los pueblos de América Latina derrotó la intentona.
Otro tipo de organismos internacionales han ido surgiendo, de naturaleza distinta, porque éstos han brotado por acuerdo de los pueblos en lucha por su liberación respecto del imperialismo; tal es el caso de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos, ALBA-TCP, fundada en 2004, y de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC, creada en 2010.
Ahora, en 2022, el presidente Joe Biden convocó a la IX Cumbre de la Américas a realizarse en Los Ángeles, California, del 6 al 10 de junio próximo, con los mismos fines que siempre ha perseguido ese aparato: fortalecer la dominación imperialista sobre todo el continente. Pero los tiempos son distintos, mucho han cambiado las cosas en los veinticuatro años transcurridos desde la primera cumbre. Los aparatos de signo opuesto, surgidos de nuestros pueblos, la CELAC y la ALBA-TCP, han celebrado reuniones recientes y sus acuerdos han sido diametralmente distintos de los fines del imperialismo. En este marco, numerosos gobiernos del continente han considerado que una reunión con esas características y fines no tiene razón de ser. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, por ejemplo, ha dicho que la citada Cumbre debiera ser otra cosa, una reunión que congregara a todos los gobiernos del continente sin excluir a nadie; donde se dis-
cutieran temas de interés colectivo y para beneficio colectivo, no sólo de la potencia dominante, y se escuchara a todos, con respeto. Pero eso es imposible porque choca con la naturaleza misma del imperialismo, que es antitética a los ideales de independencia, democracia, soberanía y cooperación.
or tanto, el Partido Popular Socialista de México, que nació para luchar por la liberación nacional y el socialismo, emite los siguientes pronunciamientos:
Los aparatos internacionales que persiguen fines unilaterales de dominio de las potencias no tienen razón de ser: la llamada Cumbre de las Américas, debe desaparecer, como también la OTAN y todos los organismos semejantes.
Deben fortalecerse, en cambio, los organismos creados por voluntad de los pueblos y que persiguen objetivos democráticos y liberadores, como la ALBA y la CELAC.
Los pueblos de Nuestra América debemos multiplicar nuestros esfuerzos por lograr un cambio en las relaciones hemisféricas, con base en la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional, con cabal respeto a los principios
de igualdad soberana, no injerencia en los asuntos internos, no uso ni amenaza del uso de la fuerza, solución pacífica de controversias y libre determinación de los pueblos.
Denunciamos las pretensiones de Washington que promueve en la Cumbre de las Américas acrecentar su dominación imperialista sobre los pueblos de América Latina y el Caribe, para mantener dividida a la región en función de sus intereses hegemónicos.
Apoyamos las posiciones de todos los gobiernos y organizaciones populares de nuestro continente, que, desde sus propias ópticas, han rechazado los fines que persigue el imperialismo con la Cumbre de las Américas.
Nos solidarizamos con los pueblos y gobiernos dignísimos, de nuestras hermanas Cuba y Venezuela, y rechazamos y condenamos el bloqueo genocida y criminal que Washington impone a la primera, y las múltiples acciones injerencistas y agresivas que realiza contra la segunda.
México, junio de 2022.
Por la liberación nacional y el socialismo